miércoles, 18 de marzo de 2009

LEER Y DIFUNDIR

Más allá del banquillo

César Lévano


Alberto Fujimori, que se sabe culpable y condenable, juega la carta electoral.

Carlos Rivera, del Área Legal del Instituto de Defensa Legal, ha dado en el clavo al señalar que la tempranía de la campaña electoral de Keiko busca presionar al Tribunal que juzga al hombre que saqueó dineros y ordenó matanzas.

La ofensiva fujimorista abarca todo el país. Seña de que dispone de recursos millonarios.

La idea es aparentar un vasto respaldo ciudadano, justo en vísperas de la sentencia contra Fujimori.

Los tentáculos de la maniobra se extienden por diarios, radios y televisoras de todo el país. La señora Keiko es una invitada estrella. Sin duda le faltan ideas para expresar sus palabras, pero eso no es delito.

El otro lado de la estrategia fujimorista es el miedo. El fujimorismo sabe que la doctrina jurídica, las pruebas, las confesiones y los indicios condenan a su jefe.

Está probada la autoría mediata de Fujimori en los crímenes cometidos por el Servicio de Inteligencia (SIN) y miembros y jefes de las Fuerzas Armadas y Policiales. Fujimori ejercía, en efecto, el control de la red represiva, sobre todo del Grupo Colina.

Este destacamento fue definido por el ex agente de Colina Jesús Sosa, en declaración al programa Día D del Canal 9: “Nosotros no somos corruptos; en todo caso, somos asesinos”.

Fue ese el grupo privilegiado, elogiado y amnistiado por Fujimori.

Las hazañas de Colina son pocas, pero son. Por ejemplo, la matanza de 15 personas en el callejón del jirón Huanta, número 840, Barrios Altos. Los victimados celebraban allí una pollada, para recaudar fondos destinados a reparar el desagüe. Los acusaron de terroristas. ¿También lo era el niño de ocho años allí acribillado?

Otro hecho de sangre, de sangre que recae sobre Fujimori, fue la matanza, el 18 de julio de 1992, de nueve alumnos y un profesor de la Universidad de Educación “Enrique Guzmán y Valle”.

En los años en que trabajé en la revista Sí que dirigía Ricardo Uceda s
eguí paso a paso el trabajo de investigación de Edmundo Cruz, que llevó al descubrimiento del crimen. En el programa “Diálogo Abierto” de Antena Uno de Radio enfrenté y refuté, cada mañana, las mentiras del fujimorismo que buscaba, igual que hoy, la impunidad.

Fujimori fue quien ordenó esa acción, en el supuesto de que senderistas de esa Universidad habían efectuado el atentado terrorista del jirón Tarata. Cuatro días antes de los asesinatos, Fujimori había reiterado:

“El presidente es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas y categóricamente afirmo que no soy un comandante figurativo, sino un comandante de verdad”.

El comando Colina era parte de las Fuerzas Armadas. Fujimori era su jefe.

Fuente: http://diariolaprimeraperu.com/online/columna-del-director_11.do

http://blogs.peru21.pe/heduardo/

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